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Entre las cautivas estaban las dos mujeres de David, es decir, Ajinoán la jezreelita y Abigaíl, la viuda de Nabal.(A) David se angustió porque todo el pueblo quería apedrearlo, pues les dolía haber perdido a sus hijas y a sus hijos, pero halló fuerzas en el Señor su Dios. Entonces llamó al sacerdote Abiatar(B) hijo de Ajimélec, y le dijo:

«Te ruego que me traigas el efod.»

Abiatar se lo llevó,

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